Diego Janssen, El hijo de:
Si el lector quiere enterarse de cómo es el candombe después de Rada y los Fattoruso, tiene que escuchar el CD “El hijo de”, de Diego Janssen. (Disponible en Bandcamp y las fuentes habituales en internet).
Nacido en 1981 y formado en la Escuela Universitaria de Música, este guitarrista, compositor y productor tiene amplia experiencia en el estudio de grabación.
“El hijo de” , se abre con “KKK musical”, un candombesarcástico a lo Frank Zappa, dónde la base afro-montevideana se mezcla con un bajo obsesivo, como de música bolichera. Pero encima de eso pasa de todo, incluidas manipulaciones de estudio muy radicales, queno se encuentran para nada en la música comercial que Janssen satiriza y desconstruye.”Ta’ rengo” sugiere el candombe, lo insinúa, mientras teje encima texturas de guitarra acústica. Más que un can-
dombe es un sueño de candombe interrumpido por una sección pianística. El clima onírico salta hacia unas muecas a cargo de una guitarra eléctrica con phaser y wahwah. A esa altura ya está muy claro que el oyente está ante algo francamente nuevo, inaudito en el mejor sentido: el de todavía no oído.
La sensación se acentúa en “Ancestro” más tradicionalmente instrumental, incluyendo la presencia predominante del bandonéon tocado por Nicolás Mora y la guitarra eléctrica del propio Janssen. Y uno no puede dejar de pensar que entre los “ancestros” de Mora están tanto Troilo como Santana.
Con cada nuevo tema se afirma la sensación de que Janssen conoce las tradiciones y al mismo tiempo no se conforma con ellas, empuja, explora y usa procedimientos de corte, edición, texturas que vienen más de la tradición de la música electroacústica que de la tradición de la canción misma. No hay que esperar estrofas o estribillos, sino una combinación de texturas, a veces de manera horizontal, a veces de manera vertical, yuxtapuestas, o en sucesión.
“Kalimbadim” parece basada en el género “Afro pop” ,pero es una engañosa similitud, acá nada es lo que parece, las “capas” tienden a independizarse, lo “pop” es más una ilusión que una propuesta. La conjunción libre de ritmos afro-latinoamericanos, a veces inventados, hace muy interesante un tema como “Siembra” , que tiene tanto de milonguero como de nordestino. “Nirvanadombe” usa percusión de sonido hindú y juega con la naturaleza hipnótica de esa música hasta que estalla en un candombe febril. Lo más sorprendente es cómo Janssen logra reformular el candombe instrumental sin incurrir en los mateísmos, radismos y fattorusismos que son de rigor, dada la enorme influencia de esos músicos en la música uruguaya.
A lo largo de todo el CD no parece que Janssen esté negando a los padres fundadores del candombe-beat. Simplemente toma direcciones muy diferentes a lo que es el candombe-funk que hace las veces de un “mainstream” en la música montevideana.
Reacio como soy a dar óscares y premios, a decir el “más”, el “mejor”, debo confesar que hacía muchos años que no sentía esta impresión de estar ante un CD fundacional. Al no ser un CD de canciones, es posible que no tenga el impacto a nivel de gran público que alcanzaron el primer disco de Tótem, o “Sansueña” de Darnauchans. Pero tampoco lo tuvieron de inmediato los discos de “Opa” o las canciones de Fernando Cabrera. La de Diego Janssen es música cargada de futuro.